Por Colombina Schaeffer, Socióloga UC; Directora de VerDeseo; Investigadora Adjunta del Programa Chile Sustentable; Cursando Doctorado en Gobierno y Relaciones Internacionales en la Universidad de Sydney (Australia).
El spot de HidroAysén, A favor del agua, me revuelve el estómago. De hecho, sólo verlo puso en marcha las neuronas para decir algo al respecto. Y es que esta vez, lamentablemente, lo hicieron “bien”. Bien entre comillas, porque si de algo así como ética, responsabilidad social empresarial (RSE), o de ser algo cercano a una “buena empresa” se trata, ni hablar.
A favor del agua omite cualquier referencia al proyecto concreto de construir cinco represas en la Patagonia chilena, sus impactos, cómo se verá y qué implica para el país. Por el contrario, se concentra en el miedo a la falta de energía (nuevamente), y en mostrarse como una alternativa. Esta vez, eso sí, de una forma mucho más inteligente que la anterior. HidroAysén deja de ser tubos, represas, polvo, inundaciones, líneas de transmisión, monopolio energético y del agua, matriz eléctrica concentrada y muchos otros, para transformarse en algo así como un azul río que fluye y nos da energía tan limpia como esa agua prístina que corre por él. Es verde, es sustentable, es fresca, es simplemente agua que nos permitirá desarrollarnos. Esa es la pomada que nos vende HidroAysén y parece que los comunicadores estratégicos hicieron la tarea, porque vaya que logran dirigir la atención lo más lejos posible del meollo del problema y de por qué decir no de HidroAysén.
Partamos por algo que no puedo dejar de mencionar: Chile no tiene agua en Aysén. ENDESA y Colbún tienen agua en Aysén, son los dueños del agua, ya que en Chile el agua es privada. Todo el discurso relativo a la necesidad de energía propia, independiente, chilena es falso y además niega realidades incluso crueles vividas por los mismos agricultores a orillas del río Baker. ¿Por qué? Porque ellos mismos no pueden obtener derechos de agua y por ende utilizar ni siquiera un pequeño porcentaje del agua del río más caudaloso de Chile. La misma Endesa se niega a ello, con el argumento de que podría poner en peligro sus propios derechos de agua, adquiridos durante la dictadura gratuitamente. Es más: al parecer más que el agua, lo que les interesa es que ojalá no haya nadie instalado allí donde planifican hace años construir sus proyectos, nadie ni ningún emprendimiento productivo que pueda competir o generar ruido a la hora de instalarse con sus mega represas. Finalmente, si vamos más allá, cabe destacar que ENDESA fue comprada por ENEL, transnacional italiana. Por ende, el agua está muy lejos de ser chilena en este caso.
El segundo punto, poco discutido cuando se ha hablado no sólo de HidroAysén, sino que de grandes embalses (ver nota al final), refiere a la situación mundial en lo relativo a este tipo de energía. Creo relevante mencionar que las controversias en torno a las grandes represas no son ni han sido menores en el mundo. Ha sido tanto el ruido generado y el nivel conflictividad que el Banco Mundial y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) patrocinaron la realización de talleres en Gland (Suiza, 1997), sentando a todos los interesados a la misma mesa. Lo anterior dio paso a la creación, en mayo de 1998, de la World Commission on Dams (WCD).
Esta Comisión, cuyo mandato duraba 2 años, llevó a cabo una de las evaluaciones más completas y comprensivas de los grandes embalses, sentando en la misma mesa a miembros del gobierno, la academia, la industria y la sociedad civil. Uno de los productos generados fue un marco para la toma de decisiones respecto de grandes embalses, basado en el reconocimiento de los derechos y la consideración de los riesgos de todas las partes interesadas.
El Banco Mundial y la Asociación Internacional de Hidroelectricidad han aprobado las prioridades estratégicas establecidas por la WCD y los Estados miembros de la Unión Europea han decidido que los créditos de carbono de grandes represas pueden ser vendidos dentro del mercado europeo siempre y cuando los proyectos cumplan con los criterios del marco establecido por la WCD.
¿A qué viene todo lo anterior y qué relación tiene con HidroAysén? Bueno, que si uno se detiene y revisa estos criterios (ver tabla resumen al final) dan simplemente ganas de llorar al compararlos con lo que sucede en Chile. Los criterios suponen tantas cosas que en Chile ni siquiera vislumbramos, empezando por una política energética explícita, que inmediatamente HidroAysén se iría para la casa si este proyecto fuera evaluado con una lupa como ésa. Además, la discusión de la WCD nos demuestra cómo quienes se oponen a este proyecto no están locos y peleando por pelear, o porque les gustan los arbolitos. Que controversias por el modo de generación eléctrica han sido tema a lo largo del mundo varias veces, desembocando en algunos casos en cambios importantes de paradigma que le han cambiado la cara a regiones enteras de países (pensemos en el caso de Tasmania en Australia).
Así las cosas, si bien energía a partir del agua puede sonar muy bonito, la pregunta de fondo es qué tipo de energía. Existen los proyectos hidroeléctricos de gran y de pequeña escala. Existen las represas de pasada. Existe mucho más que HidroAysén y la cosa no es tan sencilla como agua que corre y nos entrega su energía. Ojalá así fuera.
Lo preocupante es que en Chile una empresa como HidroAysén pueda generar spots como éste (o el anterior) y no pagar ninguna consecuencia, faltando incluso a la verdad. Los distintos estudios de opinión (IPSOS, UNAB) demuestran que la mayoría de los chilenos están en contra de este proyecto, sin embargo, uno no puede elegir a los generadores de energía ni cambiarse si éstos hacen las cosas mal. En todo caso, tampoco creo que les importara si nos cambiáramos, ya que la energía no es para nosotros, sino que para las grandes mineras en el norte de Chile y con ellas los contratos ya están arreglados. Sólo nos queda la última, pero siempre presente, herramienta ciudadana: organizarnos, hablar, informarnos e informar, salir a las calles y decir de todas las maneras posibles: ¡NO A HIDROAYSÉN!
Nota: La WCD adoptó la definición de la Comisión Internacional de Grandes Represas (ICOLD), que define como “grandes represas” aquellas con una altura de 15 metros o más. Si las represas tienen entre 5 y 15 metros de altura y un volumen de reserva mayor a 3 millones de m3, también son clasificadas como “grandes represas”.
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Resumen de las recomendaciones clave de la WCD (elaborado por International Rivers en base a al Informe de la WCD, traducción propia):
1. Las necesidades y objetivos del desarrollo debe ser claramente formulados a través de procesos participativos y abiertos, antes de que varias opciones de proyectos sean identificadas.
2. Una evaluación comprensiva y balanceada de todas las opciones debe ser llevada a cabo, dando a los aspectos sociales y ambientales la misma importancia que a los factores técnicos, económicos y financieros.
3. Antes de tomar la decisión de construir una nueva represa, elementos sociales y ambientales pendientes de represas existentes deben ser tratados y los beneficios de los proyectos existentes maximizados.
4. Todos los interesados y afectados deben tener la oportunidad de participar informadamente en los procesos de toma de decisión relacionados con las grandes represas a través de foros participativos. La aceptación pública de todas las decisiones clave debe ser demostrada. Las decisiones que afecten a pueblos originarios deben ser tomadas con su consentimiento libre, previo e informado.
5. El proyecto debe proveer los derechos a las personas afectadas para mejorar sus condiciones de vida y asegurar que recibirán la parte prioritaria de los beneficios del proyecto (más allá de la compensación de sus pérdidas). Las personas afectadas incluyen a las comunidades que viven río abajo de las represas y aquellos afectados por la infraestructura relacionada con el proyecto, como las líneas de transmisión y los canales de irrigación.
6. Las personas afectadas deben ser capaces de negociar acuerdos mutuamente acordados y legalmente vinculantes para asegurar la implementación de derechos de mitigación, reasentamiento y desarrollo.
7. El proyecto debe ser seleccionado basado en una evaluación, a nivel de la cuenca, del ecosistema y de un intento por evitar impactos significativos sobre especies amenazadas y en peligro.
8. El proyecto debe proveer la liberación de caudales ambientales para mantener los ecosistemas aguas abajo.
9. Se deben desarrollar y costear mecanismos para asegurar el cumplimiento de las regulaciones y de los acuerdos negociados; se deben establecer los mecanismos de cumplimiento, y este último debe ser evaluado de manera independiente.
10. Una represa no debe ser construida en un río compartido si otros Estados ribereños levantan una objeción que es confirmada por un panel independiente.
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